lunes, 24 de octubre de 2022

Empieza a cuestionarte lo que te dices y te dicen


Muchas veces nos encontramos confundidos y enredados por emociones y sentimientos contrapuestos, y es que, desde que somos pequeñitos hemos recibido mil y un mensajes de nuestro entorno –muchas veces contradictorios- que se han ido almacenando en nuestro disco duro, llamado subconsciente.

Todos esos mensajes recibidos los hemos ido guardando y no los hemos cuestionado porque venían de personas que creíamos nuestros referentes o que creíamos que era la verdad. Cuando creemos que algo es verdad, actuamos en base a ello. Y muchas veces, no nos paramos a cuestionarlo, a no ser que, algún suceso doloroso, o situaciones repetidas en nuestra vida nos hagan recapacitar y reflexionar sobre lo que nos está pasando.

Cuando vivimos una situación injusta o dolorosa para nosotros, tendemos a generalizar o a irnos a los extremos de blanco o negro. Por ejemplo, para que me entienda; imagina un chico que ha sufrido una traición de un gran amigo; esta persona puede llegar a pensar que la amistad es una farsa, que todos los amigos son unos interesados, y en ese “todos” estaría la generalización, por citar un ejemplo entre muchos.

Y si queremos vivir en la verdad y dejar de sufrir por situaciones que vemos que se repiten una y otra vez, tal vez, tengamos que cuestionarnos nuestras creencias. Ya lo decía René Descartes que “para alcanzar la verdad, es necesario, una vez en la vida, desprenderse de todas las ideas recibidas, y reconstruir de nuevo y desde los cimientos todo nuestro sistema de conocimientos”.

Y, como para encontrar respuestas tenemos que formularnos las preguntas adecuadas, a continuación os voy a dejar cuatro preguntas para cuestionarnos nuestras creencias, que en la mayoría son creencias erróneas y nos causan mucho sufrimiento innecesario. ¡Vamos allá!

Voy a poner en práctica este ejercicio con una situación real mía que expongo en El viaje del que nadie te habló: Tu Ser, pero a modo abreviado para no alargar demasiado el post.

De adolescente, me hicieron un test orientativo para aconsejarnos a los alumnos si estudiar Formación Profesional o Carrera Universitaria. Según el resultado del test –que repito, era orientativo, no determinante- me comunicó la psicóloga en su día que mejor estudiara Formación Profesional, vamos que siendo tan jovencita piensas que no vales para nada.

Para abreviar decir, que hasta no hace mucho no me cuestioné su consejo, hasta que llegué a la conclusión siguiendo a las preguntas expuestas anteriormente, que no era una prueba 100% determinante, y que esa creencia no me servía para mejorar, y que si otros en mi situación habían podido ¡yo también!

El fin de la historia es que ahora estoy llegando a la recta final del Grado de Educación Social, algo que me hicieron creer que no iba a poder.
 
¿Te animas a cuestionarte tus creencias?
¿Te atreves a cuestionarte lo que te dices y te dicen?

¡Un abrazo gigante!

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